Los beneficios que la meditación trae en la salud mental y física están más que comprobados, e individuos más saludables generan un impacto positivo mayor en todas las personas que están a su alrededor. ¡Este es un paso fundamental para hacer un mundo más bonito!
La meditación ayuda cuando estamos ansiosos, estresados, con dificultad para dormir y es ideal para quien busca el autoconocimiento. Cuando nos silenciamos, conocemos muchas cosas sobre nuestro ser” dice Carla Barrichello, Gerente de Bienestar de Natura.
Aquí detallamos los desafíos más comunes encontrados por quienes quieren comenzar a meditar y como comenzar a enfrentarlos:
1. Eso no es para mí.
Esa es la frase más dicha por quien no se entregó aun a la meditación. Es normal creer que no vas a conseguirlo, porque la mente no entrenada tiende a “huir”. Lo importante es no desistir. La meditación es como un ejercicio físico: uno no levanta 70 kilos la primera vez que asiste a un gimnasio. El cuerpo se va acostumbrando con la práctica y va aumentando cada vez más el número de repeticiones y de peso.
De la misma manera, la meditación es un entrenamiento donde, de a poco, la mente se va adaptando. Con el tiempo, la persona consigue mantener el foco en la respiración y en el momento presente.
2. No tengo tiempo.
Comenzá meditando 5 minutos y aumentá paulatinamente el tiempo cuanto te sea posible, hasta lograr convertirlo en un hábito, como tomar un baño o cepillarte los dientes. Lo ideal es hacer una meditación sentados en una silla, o en el piso, en algún lugar silencioso. Pero, con la práctica, podrás concentrarte en cualquier lugar, inclusive con movimiento y ruido, como puede ser el transporte público.
3. Siento mucho sueño cuando medito
Sentir sueño al meditar no es malo. Eso significa que el cuerpo y la mente están relajándose. Si el sueño te impide mucho continuar con tu meditación, repensá si estás eligiendo el mejor horario o posición, por ejemplo.
4. Mañana la hago
¿Acostumbrás a dejar las cosas para mañana? Cuidarse a uno mismo no puede dejarse para después. ¿Tenés un minuto ahora? ¡Empezá!
“Buscá el lugar más adecuado, y si es silencioso, mejor!. Sentate en una silla con los pies bien apoyados en el piso o cruzá las piernas reposando los brazos sobre ellas. Cerrá los ojos y comenzá tu meditación”, recomienda Carla.
